El pensamiento occidental está caracterizado por un marcado logocentrismo y antropocentrismo que determina su forma de pensar-vivir, con una prevalencia del pensamiento lógico, racional.
El libro plantea otra visión, más abierta, global, integral, con un acento en la imagen, en un pensar con imágenes, una especie de imaginarización de lo simbólico, es decir, un simbólico reintegrado a un todo más complejo, en una totalidad más equilibrada, del que es una parte más, no tan hegemónica.
La cosmovisión andina como la de la selva muestran otra percepción de nuestro ser-estar-en-el-mundo.
Esta visión cosmo-lógica, exige un pensamiento abierto a la emergencia de un mundo espiritual amplificado, generando experiencias que desbordan al yo individual a través de dispositivos como los ritos, plantas de poder, sueños.
Se trata de abrir un más allá de lo humano hacia otros-vivientes-no-humanos
Es un planteamiento ontológico que abre otra concepción del ser que no es fijo, estático, autocentrado, categorial sino un ser-devenir-múltiple
El autor señala que nuestro pensamiento occidental liga en forma rígida representación-pensamiento-lenguaje donde los signos se articulan en forma convencional propio de lo simbólico donde el modelo es el lenguaje.
Ante este simbólico (3° nivel sígnico) y apoyándose en Peirce, agrega lo icónico (1° nivel) y lo indexical (2° nivel) para ampliar el universo de lo semiótico, visibilizando otras formas posibles de comunicación que desbordan los esquemas sintácticos del lenguaje.
Kohn interpreta que vivimos a través de signos, que nuestra existencia es el resultado de procesos sígnicos con los que nos representamos las cosas y le damos sentido a nuestra inmersión en el mundo, los signos nos hacen lo que somos, son nuestros soportes necesarios.
Lo particular de los signos icónicos (1° nivel) es que comparten similitudes con las cosas que representa (ej un sonido vocal (“plaf”) que señala la caída de un objeto al agua, o disparo del fusil (“pum”), palabras sueltas no articuladas pero comprensibles para el que escucha
Por su parte los signos indexicales (2° nivel) implican una afectación de aquellas cosas que representan (ej el mover unas ramas es señal de peligro para un animal, lo afecta)
Estas 3 formas de signos simbólicas-icónicas-indexicales el autor las diferencia de este modo: 1) la iconicidad es el producto de lo que no es notado; 2) la indexicalidad supone una predicción de lo que no está aún presente y 3) lo simbólico, a través de un complicado proceso que también implica iconicidad e indexicalidad, señala y capta la imagen de mundos ausentes gracias a las maneras en que está inserta en un sistema simbólico estructurado que constituye el contexto ausente soporte del significado de cualquier palabra pronunciada.
Vemos que se plantea un escenario diferente al que estamos acostumbrados dentro de nuestro mundo dominado por lo simbólico donde lo icónico e indexical no es tomado en cuenta en su verdadero valor ontológico, se encuentra excluido, censurado, pero agazapado en una virtualidad que nos podría brindar una sensibilidad nueva y una percepción distinta que permita la exploración de universos no simbólicos.
De esta forma salimos del mundo dualista-binario-dicotómico que fragmenta la existencia, la vacía de lo vital y lo fluido, para configurar un mundo monista-global-integrado, donde los seres del ecosistema en su diversidad se encuentran en permanente comunicación
Hay una apuesta por un orden rizomático por sobre lo arbóreo, lo horizontal (heterarquía) en lugar de lo jerárquico, de este modo se abre a múltiples conexiones en un universo de redes de relaciones que interactúan, se comunican, se afectan mutuamente.
Seguiremos pensando este libro tan potente……
2 comentarios
me parece un hallazgo increíblemente iluminador este libro, a mi como psicoterapeuta abierta a maneras alternativas de comprender ¨las patologías ¨, se me disparan jardines ensamblados en prados inacabables de floridas dimensiones.
Espero que los encuentros sigan nutriendo nuestros sentires.
Silvia Vacas
Hola Silvia, si totalmente es un libro iluminador, como bien dices, seguiremos con textos críticos y tengan que ver con las (micro)políticas del vivir. Un abrazo